Y allí estaba yo, en la cima de la torre de guardia, casi ya sin aliento, mi espada manchada de la sangre de mis enemigos, mi cuerpo dolorido por los golpes por golpes…
Miro el horizonte, sin esperanza alguna de poder sacar adelante a mi pueblo, vuelvo a mirar y me encuentro con que su ejército volvía a atacar, éstos bárbaros, volvía a quemar mis casas y secuestrar a mis mujeres.
-Me saco el casco, solo quedaba esperar a que me encuentren en mi refugio y acribillen al igual que a mi pueblo; de repente algo me llena de esperanza me paro y observo por la ventana, mi pueblo no se rendía, se revelaba para defender lo que os pertenece, sin dudarlo me coloco el casco y bajo a pelear al lado de mi pueblo si éramos de perder, lo haría orgulloso de poder morir a lado de mi pueblo y no como un cobarde oculto en la última torre tras sus guardias […]
Llegamos al enfrentamiento cuerpo a cuerpo, nos superaban en número y habilidad pero sus intentos de reducirnos eran en vano. Con el último suspiro escuchó, trompetas, caballos, gritos de guerra, levanto la vista de la batalla, eran ellos,
Ahora los superábamos en número, en habilidad, en todo…
Un pueblo sediento de gloria, que lucha por el Honor
sábado, 7 de agosto de 2010
Cronicas de un rey en ruinas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario