domingo, 22 de mayo de 2011

Los Amantes

"Sin que nadie se los dijera, se dieron cuenta de que no podían tener familiaridades delante de los demás. Cuando Blanca se ponía ropa de señorita y se sentaba en las tardes en la terraza a beber limonada con su familia, Pedro Tercero la observaba desde lejos, sin acercarse. Comenzaron a ocultarse para sus juegos. Dejaron de andar tomados de la mano a la vista de los adultos y se ignoraban para no atraer su atención. La Nana respiró más tranquila, pero Clara empezó a observarlos más cuidadosamente [...]
Término el verano y los Trueba regresaron a la capital [...]
Mientras acomodaban todo en los coches que los llevarían al tren, Blanca y Pedro Tercero se escondieron en el granero para despedirse. En esos meses habían llegado a amarse con esa aquella pasión arrebatada que los trastornó el resto de sus vidas. Con el tiempo ese amor se hizo más invulnerable y persistente, pero ya entonces tenía la misma profundidad y certeza que lo caracterizó después. Sobre una pila de grano, aspirando el aromático polvillo del granero en la luz dorad y difusa de la mañana que se colaba entre las tablas, Se besaron por todos lados, se lamieron, se mordieron, se chuparon, sollozaron y bebieron las lágrimas de los sos, se juraron eternidad y se pusieron de acuerdo en un código secreto que les serviría para comunicarse durante los meses de separación [...]"



Fragmento del capitulo v "Los Amantes" del libro "La Casa de los Espíritus" por Isabel Allende

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